domingo, 30 de noviembre de 2014

Torca de los Morteros – Segundo Piso


En esta ocasión, la salida formaba parte de las actividades programadas del grupo, y en principio se iba a realizar una clásica, visitando la Torca de los Morteros, hasta la galería Alberto. Como quiera que en esta ocasión se invitó a Paco, dueño de la tienda Laser y miembro del Club Talpa, al que hemos pertenecido unos más que otros, y el estaba un poco cansando de esta zona, ya que estuvo más de 8 años de exploración en la Torca, nos avinimos a visitar otra que él había transitado hace más de 20 años y que recordaba menos, el segundo piso hasta el pozo de 83 m. y vuelta hasta la intersección con el P120.

En principio la salida iba a ser el fin de semana del 21 al 23 de noviembre, pero como alguno de los participantes venía directamente el sábado (día de la actividad) desde Madrid, decidimos hacer lo mismo. A las 6,45 salimos desde San Agustín, Pascual, Mar y yo y nos reunimos todos a la subida al Puerto de la Sía en el desvío al camino que nos aproxima a la zona de la Torca. Allí nos reunimos con Sonia, María y Moreno, y poco después llego Paco.

Como ya la habíamos visitado en este julio pasado, nos evitamos la pérdida anterior, entre otras cosas por no haber revisado la documentación del Club Viana que describía la aproximación. Esta vez fuimos directos siguiendo las torres de un antiguo remonte hasta la torre de electricidad y de ahí, bordeando el bosque, hasta el corte en la pared que poco más allá deja un paso empinado para subir y seguir bordeando por el bosque hasta el lapiaz y la boca (Datum WGS84 30T 0451585 4777409 alt. 1288 m). Al final entre unas cosas y otras, como siempre y a pesar de ser otro club, llevamos el horario Talpa, ya que empezamos a bajar a la 1 de la tarde. Como ya he descrito la primera parte de acceso en un anterior post, paso a relatar a partir de la bifurcación que se encuentra destrepando una gran colada fósil que se sume en un meandro desfondado en dirección este. Esta fue la vía utilizada en la anterior visita para bajar al segundo piso. En esta ocasión, cambiamos de dirección hacia el oeste (derecha) y empezamos a ascender una gran tolva de arena y piedras de considerable tamaño hasta el denominado agujero soplador, que en esta ocasión no soplaba prácticamente nada. Desde este punto se da acceso a una sala de medianas dimensiones con formaciones completamente descalcificadas siendo la más representativa una gran columna que se asoma a la siguiente sala de grandes dimensiones donde se sitúan las cabeceras el imponente P120 y otro pozo lateral de poca profundidad, al menos a vista. Desde este punto, iniciamos la instalación de un largo pasamanos quitamiedos que nos permitiría franquear por la izquierda, el gran cono que forma el P120 en su cabecera. Para la ocasión utilizamos (de cabeza) 5 chapas de 8 y mosquetones, con dos cuerdas de 30. En su parte central, el pasamanos se ancla a una estalagmita. El segundo tramos esta instalado en fijo sin ninguna garantía por lo que lo reequipamos. Este segundo tramo es una cresta ascendente que nos tenía un poco preocupados ya que los recuerdos de algunos compañeros la hacían más de equilibrista que lo que fue. No se si por acción del paso de la gente o vaya usted a saber, pero el paso es ancho. Me acordé de nuestro compañero Cache, que en esta ocasión no nos ha podido acompañar, ya que de estar, lo bautizaríamos como el paso del cocodrilo II. Superado el obstáculo, la galería sube en una pequeña rampa hasta la siguiente galería alargada y desfondada donde a la izquierda arriba esta el acceso al impresionante pozo amable de 233 metros. A la vuelta nos asomamos a la cabecera, pero debido a la gran humedad reinante en la zona no pudimos divisar la negrura de sus profundidades. Pasada la galería, en su final, a la derecha, encontramos la zona de conexión con el segundo piso, en forma de gatera descendente a modo de rampa que nos sitúa en el primer P9. Al metro y medio de bajar, pusimos cuerda en un pequeño puente de roca en el techo que nos sirvió para asegurar el descenso de los restante 4 metros de rampa, si bien, no es necesaria,  ya que la cabecera no se encuentra directamente en la vertical de la rampa, situándose un poco a la derecha. Instalamos el P9 con reaseguro y cabecera en techo (aquí puede venir bien un clown siendo suficiente), que nos deja en una sala de medianas dimensiones donde bajando por rampa de cascotes y arena (tónica general de todo el segundo piso) se vuelve a sumir en un pequeño meandro que se desfonda a la derecha hacia la cabecera del último obstáculo, un P13. También es esta ocasión instalamos cuerda en el meandro, más para subir que para bajar, ya que tiene un primer resalte de 2 metros completamente vertical. El P13 tiene un pequeño péndulo en el único fraccionamiento que tiene.
 
Nos dejó en lo alto de una rampa de arena, desde donde nosotros tomamos dirección oeste. Mirando a la pared de bajada hacia la derecha, ya que a la izquierda, la galería se medio colapsa por un caos de monumentales bloques, que a través de ellos se accede a otro tramo del segundo piso y que comunica con el P120, que visitaremos a la vuelta.

Avanzamos por la amplia galería entre bajadas hasta el final de la galería que acaba bajando por una rampa llena de bloques para luego subir y terminar cerrándose. Poco antes del final tomamos una pequeña galería abajo a la derecha repleta de formaciones coralinas con una columna donde se aprecia en la formación el efecto de la corriente de aire. Este conducto nos lleva a la cabecera del P83. Desde aquí y después de un pequeño refrigerio (Alguien se trajo ya los polvorones y mantecados ), emprendimos la vuelta, visitando el resto del piso hasta donde es taladrado literalmente por el P120, siendo la morfología de este último tramo distinta a la completa fracturación con desprendimientos que hemos venido observando en todo el recorrido anterior. Nos asomamos también al pozo sonoro y vuelta. Tuvimos un pequeño incidente sin consecuencias en la base del P9 por desprendimiento de roca de unos 4 kgs. que bajó la rampa a toda velocidad y salto por el hueco sin impactar a nadie milagrosamente, especialmente a Mar que la pilló en la zona más estrecha.

Salimos poco a poco sin más sobresaltos. En esta ocasión, como casi siempre instaló Moreno y Paco y desinstalamos Pascual y yo. El tiempo nos respeto y nos dejo cambiarnos sin mojarnos. Empleamos 10 horas en el recorrido, si bien nos lo tomamos a modo de paseo. Entre pitos y flautas a las 11,30 salíamos disparados los que teníamos reservada la pernocta en Asón, con el fin de que nos diesen algo de comer.

Por último, pero no menos importante, le traslado desde aquí todo mi agradecimiento y el de mis compañeros,  a Pepe Serrano del Club Viana, que gracias a su actitud y e información, nos ha permitido disfrutar de un estupendo día haciendo lo que nos gusta.