domingo, 25 de agosto de 2019

Cueva del Tinganon

La gran boca, se ubica en la falda de la ladera del pico Cabezu, WGS84 30T 335061 4810652, paso el enlace de la ruta Wililoc desde el aparcamiento, que he encontrado en Internet y verificado. (https://es.wikiloc.com/rutas-espeleologia/cueva-del-tinganon-1783659)

En esta ocasión, parte del grupo lo van a componer unas personitas un tanto especiales, ya que vamos con dos pares de mellizas/os, las hijas de María, Giomar y Sofía, y nuestros nietos, Adrián y Daniel, además nos acompañará como comodín sufridor Julio.

Si cristo montamos los expeleos cuando nos preparamos para una cavidad, ni contar quiero lo que supone hacerlo con cuatro sobreexcitados participantes infantiles, pero he de decir que se portaron como no lo hacen en casa.

Normalmente esta cavidad se hace en travesía, teniendo un recorrido de unos 900 metros, pero en esta ocasión la idea es entrar por la boca de salida y remontar el arroyo de Llovio hasta la entrada.
Para acceder a la cueva, tendremos que tomar el desvío de la A8 a Ribadesella y en la primera rotonda que nos encontraremos, hay que ir despacio y ponerse en el carril izquierdo. Haremos la rotonda y pasando el desvío primero a Ribadesella y luego a Arriondas, sale de inmediato a este último, una especie de carreteruca, que más parece un camino, que va a unas instalaciones de áridos donde hay unos silos. Esta carreteruca que va paralela a la incorporación de la A8 a Santander, nos lleva a atravesarla por debajo, y es justo ahí donde dejaremos los coches, debajo del puente. Desde aquí veremos un cartelito en madera con letras amarillas que nos hará bordear los praos por la derecha, y no molestar a las vacas del paisano, ya que realmente se podría ir siguiendo el margen del arroyo de Llovio. Al poco de pasar el prao y ya en el arroyo, nos iremos adentrando en una vegetación cada vez más cerrada y exuberante que irá ganando altura y en poco más 1,25 Km. ascenderemos 135 metros. El paisaje se va tornando de selva amazónica (por exagerar un poco) y se convierte en la aventura perfecta para nuestros aventureros. Cruzaremos varias veces el arroyo por donde discurre la acometida de agua de Llovio y atravesaremos varias zonas embarradas, con el resultado imaginado. El sendero es perfectamente visible y seguible. Nos encontramos con una pareja amigos de Julio que venían de vuelta, y nos comentaron que llevaba muy poca agua en las pozas interiores, situación que a la postre, nos ayudaría a avanzar en modo diversión, sin que se pusieran de agua hasta el cuello. Fuimos ascendiendo y un poco antes de entrar , donde se sitúa un pequeño pasamanos instalado en fijo, tomamos un bocata, ya que el personal estaba canino. En otra visita que hicimos con Ana y Alfredo, echamos en falta una cuerda previa que servía a modo de quitamiedos para una Chorrera resbaladiza, pero lo cierto es que estaba totalmente seca y pasamos sin problemas.

Una vez comido, a eso de medio día, fuimos entrando por la espectacular boca, los chavales flipaban. Tomamos un camino por la derecha para luego cruzar el arroyo y subir por la izquierda por un paso un poco expuesto, que es donde la otra vez que vinimos, nos dimos la vuelta, ya que veníamos en ropa de paseo. Aquí con la ayuda de Julio, fuimos pasando uno a uno. El equipo funcionaba de maravilla, la puntera de Sofi iba con el puntero de Dani, a toda velocidad, por lo que hubo que imponer la técnica de María del bocadillo, primero el pan, osea un adulto, y luego el queso, salchichón, jamón y chorizo, ósea ellas y ellos, y a veces intercalamos alguna rebanada más de pan, entre el final que era Mar.

Dejamos esta zona seca, y ya prácticamente fuimos por el cauce activo de la cavidad, que es una pasada, ya que esta labrado a golpe de gubia por unos canales lavados preciosos. Para nuestras jóvenes promesas el subir, bajar, intentar no mojarte mucho, la cuerda a modo de pasamanos que nos puso Julio para no mojarnos del todo en algún punto, iban configurando una jornada de acción y aventura sin precedentes. Al final llegamos a ver la luz de la salida y allí nos hicimos una foto, y a las 5 empezábamos el retorno, y craso error por mi parte, como ya íbamos mojados hasta la rodilla, les dije que ya no era necesario poner tanto cuidado (con el agua decía yo) y la vuelta fue una especie de parque acuático en el que alguna y alguno se metieron hasta el cuello. Salíamos por la boca a eso de las 7, mojados, algunos más que otros, pero infinitamente felices, ya que algunas hicieron sus primeros rápeles, con las sensaciones que no se olvidaran nunca. Fuimos descendiendo el camino andado, en un primer tramo que es bastante más peligroso a la vuelta que a la ida ya que tiene algunos destrepes delicados, y sin incidentes, más allá del barro que habrá que sacar de la ropa (signo inequívoco de que somos expeleos desde pequeños) nos estábamos cambiando a las 8. Nos fuimos hacia la costa y la pena fue que el chiringuito al que nos llevó Julio en una playa preciosa de Cuevas de Mar ya estaba cerrado, así que como todo estaba lleno, pudimos parar en un bar de la carretera secundaria donde dimos cuenta de unas cuantas raciones con verdadero hambre. Con besos y abrazos nos despedimos de nuestros amigos, hasta otra nueva aventura, con la sensación de plenitud y de haber disfrutado de las cosas que nos gustan con quienes queremos estar. Un abrazo para todos y en especial para Julio. Muchas Gracias. Los peques no lo olvidarán nunca, seguro.