domingo, 8 de diciembre de 2013

Cova de l’Autopista




 El sábado 23 de noviembre de 2013, un concurrido grupo de cueveros nos juntamos, para de la mano de Pasqual, visitar la Cueva de l’Autopista con un objetivo claro, llegar y fotografiar la Sala del Jardí, y si era posible, llegar a la Sala Blanca. Esto de los objetivos, que en principio parece un poco el estilo Calleja, tiene su significado cuando uno se adentra en esta cavidad laberíntica. A tal efecto quedamos en el Real de Gandía el grupo que veníamos de Madrid, Mar, Félix, Txema y yo, con Pasqual, con Josep Herrerías que venía de Barcelona y con Marisa y Manolo que venían de Santa Pola. Aprovecho para agradecer a Amparito su hospitalidad, ya que nos dejó su casa para pernoctar la noche del viernes, sin conocernos. Es una cuevera de pro.

Ascendimos a la barriada de la colina donde dejamos los coches (Monte Real). Desde allí descendimos campo a través hacia la autopista AP7, que atravesamos por un puente para aguas, para tomar la dirección contraria al sentido del tráfico,  continuando a su margen durante un centenar de metros hasta llegar a la boca artificial. Hay que tener especial cuidado en esta parte porque hay que ir por dentro de la valla y a escasos metros del arcen, si bien el camino permanece parcialmente oculto por arbusto, los objetos arrojados de los coches nos pueden impactar. No hay más que ver la cantidad de basura que hay  en la cuneta.

Ya el grupo completo, entramos por una galería angosta y fracturada, además de polvorienta (30S YJ 426154 Alt.: 80 m.), donde lo primero que notamos es el calor. Esta será la tónica predominante en todo el resto de la cavidad, salvo alguna sala un poco más amplia o alguna gatera y laminador. La cavidad esta formada por una compleja red davisiana de posible formación cuaternaria con 7,5 kms de túneles.  Tras aproximadamente una hora y media de recorrido, llegamos a la Sala del Jardí, donde destacan formaciones de aragonitos aciculares y coraloides de casi medio metro de diámetro en algunos casos. Estas formaciones cristalinas, en forma de erizo, se desarrollan cuando se llega al límite de la sobresaturación de la calcita y ésta se alcanza con rapidez. La sala es espectacular, y más cuando es iluminada por las luces de Josep Herrerías, ya que a primera vista las formaciones se ven en una tonalidad gris. A medida que la luz se empieza a filtrar por las agujas, aparecen un sinfín de tonalidades y sombras que hacen que su belleza quede plasmada en el amplio reportaje fotográfico (más de 4h). Cabe resaltar que en la misma sala del Jardí, y un poco al fondo se encuentra semioculta otra pequeña salita donde los aragonitos parecen pompones, pero esta vez, con unas agujas extremadamente finas. También en la misma sala, y a mano derecha se encuentra una grupo de ellos con un bonito color salmón al trasluz. Como a algunos no nos da para tanto eso de la fotografía, nos vamos con Pasqual a visitar una sala cercana donde también hay gran cantidad de aragonitos de gran belleza, y sin tener claro el nombre de la sala, bien podría ser la sala blanca por la cantidad de ellos, que la balnquean. Aún dará tiempo a que el resto del grupo visite la sala ya que Josep aun no había terminado. Finalmente conseguimos arrancarle de la sala y emprender la vuelta por la laberíntica cavidad, comprobando hasta que extremo es así, que a alguno le gastamos la bromita de callarnos y apagar las luces, tomando este el camino equivocado por su evidencia, estando la salida por el piso superior y hacia arriba. Esta situación se repite en más de un caso, siendo especialmente complicado el conectar este sector de la cueva con el sector de la entrada, que se realiza por medio del laminador que une ambas zonas y que además tiene un paso bastante estrecho. Salimos sin novedad de noche cerrado y emprendimos el regreso con cuidado. Pasqual y yo tuvimos que volver a por Txema que se despisto en el camino que hay inmediatamente después de la valla. Ya todos cambiados, nos despedimos de  Marisa y Manolo, que salian ya para su casa y el resto nos vamos, junto con la hija de Pasqual y su novia a cenar a un chino en Canals donde rememoramos momentos de la jornada. Agradecer a Pasqual su hospitalidad y paciencia para con nosotros, ya que amen de alojarnos el sábado, acompañarnos en todo momento y hacernos de guía, sufrió nuestro espolio naranjal en tierras de su padre.


3 comentarios:

Josep Herrerías dijo...

Me tienes despistado Rameffes II. Dame algún dato para identificarte.

Josep Herrerías dijo...

Que no hombre, que eres J.M.

Rameffes II dijo...

efectivamente