En esta ocasión, nos hemos
ido de cuevas con el grupo de Cueveros, que tenía como objetivo, el
acercamiento y prospección de la zona de Udías y su sistema de simas y cuevas.
Por un lado, queríamos visitar la cueva de Udías, accediendo desde la antigua
bocamina del Sel del Haya y visitar el sector norte, para al día siguiente,
entrar por la boca de Cobijón, y visitar
el sector sur. Una vez completado el panorama, y en una visita futura, poder
realizar la travesía de Sel del Haya – Cobijón,
o bien la de Sima de la Luna Llena
–Cobijón. A tal efecto, también intentaríamos localizar la boca de esta última.
Pues
dicho y hecho, el martes 24 de mayo, nos encaminamos a Udías, zona próxima a
Cabezón de la Sal. Concretamente ,
a la posada de la Gándara ,
casa rural, que se encuentra en un punto estratégico para poder realizar
nuestras actividades. Los espeleos en cuestión que formamos el grupos somos,
Mar, como única representante femenina, Félix, Lorenzo, José Luis, José Mª G
Casanova y yo. Llegamos a la hora de comer. El restaurante estaba cerrado y
sólo funcionaba la posada, situación prevista en el programa. En seguida fuimos
bien atendidos por su dueña, que estuvo pendiente de nuestras necesidades en
todo momento hasta nuestra partida. Después de tomar algo de comida que
llevábamos, nos metimos en los coches y
nos encaminamos a la boca de la mina del Sel del Haya, o Mina Hermosa, saliendo
desde la posada seguimos un cartel que la indicaba, hasta dejar a mano
izquierda una casa y justo en frente en el margen derecho entra una pista no
asfaltada por debajo de un pequeño túnel de tren minero (Datum ETRS89 399.866 4.800.142). Seguimos la pista dejando a mano
izquierda una gran dolina, hasta un aparcadero que hay a mano izquierda.
Nosotros al final metimos los coches casi en la mina, (Datum ETRS89
400.431 4.800.336), ya que hay sitio
para un par de ellos aunque no merece la pena.
Nos
vestimos de luces y nos metemos a la mina. Seguimos una larga galería recta en
dirección SE y en buenas condiciones, excavada en roca dura, y vamos tomando a la
izquierda en las intersecciones, especialmente en una que las flechas nos
indican a la derecha (seguramente indica el camino de la mina, ya que enseguida
se abre a una sala grande con varias ramificaciones) y que parece por su estado
la vía principal . Seguimos por la izquierda hasta una curva pronunciada a
izquierdas en dirección N, a una sala a derechas, a la que se puede acceder por
dos sitios, donde se sitúa un cabestrante sobre hormigón, que suponemos sería
utilizado para subir las vagonetas cargadas de mineral. En este punto a la
vuelta haremos una parada para las fotos retro de los cueveros mineros. Aquí se
inicia una larga galería descendente de doble vía, que atraviesa alguna sala un
poco más amplia con bifurcaciones y algunos charcos. Una vez finalizada la
misma seguimos un tramo y a la derecha, encontramos la segunda rampa, que en su
inicio tiene también restos de otro torno. Esta mucho más pronunciada y corta, la
bajamos por una especie de escalera tallada en roca en su lateral izquierdo.
Una
vez finalizada, continuamos siempre por la izquierda y dejando un gran pozo en
esa margen, ya perteneciente a la cueva, para encontrarnos en una gran sala por
la que destreparemos por la derecha hasta una escalera metálica de unos 5 o 6 metros que nos sume en
la cueva.
En
este punto, decidimos visitar el sector N, menos frecuentado, ya que se suele
hacer la travesía en dirección al Cobijón. Tomamos desde abajo hacia la
izquierda, de espaldas a la escalerilla, y vamos avanzando por un camino
marcado tanto por su suelo de piedras y gravilla, como por las marcas alfa rosa
fosforito que nos guiarán prácticamente todo el camino. Hay un punto en que
estas marcar serán sustituidas por otras verde fosforito. En este recorrido se
mezcla la cueva con la minería y vamos viendo restos de ella por doquier,
vagonetas de porteo, cubetas, palas, cajas de testigos, galerías de desechos, tejados
de zinc y todo tipo de restos de esta actividad, que dejó de realizarse por los
años 30, según nos cuenta nuestra posadera, siendo la misma posada centro de
reunión de los mineros de aquella época. Después un kilómetro y medio de andar
cómodamente por el camino minero, cambian las marcas y nos encontramos con las
grandes salas de la cueva, donde ya el avanzar es patrimonio de los
espeleólogos. Llaman la atención los grandes volúmenes de las primeras salas,
que van bajando a lo largo de casi otro kilómetro y medio, del cual recorrimos
algo más de 800 metros ,
ya que tomamos, según creo, un ramal a la derecha que finaliza en un sumidero,
donde realizamos otras tantas fotos. Como por otra parte también nuestro tiempo
marcado se acababa, decidimos darnos la vuelta haciendo fotos para documentar
la visita, cosa que hicimos sobradamente. Salimos prácticamente con los últimos
restos de luz a eso de las 10 y nos
encaminamos de vuelta a la posada a cenar de los restos y después de un rato de
charla, a eso de la 1 nos metimos en el sobre para el día siguiente.
Al día siguiente, miércoles, nos
preparamos para la actividad principal que consistiría en adentrarnos en la
cueva de Udías por la boca natural del Cobijón (Dato aprox. ETRS89 30T
399.776 4.799.771), siguiendo el cauce del río Suvia, en su viaje
hasta Novales y si todo se daba bien, salir por el Sel del Haya, a modo de
travesía inversa. Salimos de la posada y nos dirigimos a Rodezas, dejando el
coche en la primera casa de este pueblo, que se encuentra situada en una curva
pronunciada a la izquierda. Al fondo a la derecha vemos el farallón rocoso al
que accedemos pasando un pastor eléctrico y bajando por el prado hacia el
sumidero a unos 100
metros . Cual no sería nuestra sorpresa al comprobar que
el acceso al río estaba complicado, ya que las abruptas paredes del cañón
tenían una buena torta de más de 7 metros . Fuimos buscando el acceso río arriba,
a través de las distintas dolinas, siguiendo el cauce, al que en una ocasión
pudimos acceder pero no remontar, ya que este se embalsa y o bien dispones de
bote o neopreno, que no era el caso. Seguimos buscando un acceso hasta que el
río se abre y llega al pueblo de Cobijón. El río Suvia inicia el primer tramo
del curso hipogeo en el pueblo de Cobijón. Siguiendo el lecho del río, a pocos
metros se adentra en la cueva del Rescaño y lo recorre durante unos 200 metros con un tramo
de curso epigeo. Tras el segundo curso epigeo se adentra por fin en la cueva de
Udías para no volver ver la luz hasta Novales. A la entrada de la cueva de
Udías (26.900 metros
-216), se la denomina entrada de Cobijón.
Remontamos
nuevamente por la carretera hasta los coches y en una segunda revisión de la
zona, justo donde inicialmente empezamos, Lorenzo ve una cuerda a la izquierda
del primer acceso al río, siguiendo la pared del farallón y bajando unos metros
por algo parecido a una escalera de piedra. Remontamos la cuerda y enseguida notamos el aire frío de la gran
boca, que sin ser Cañuela, da un aire.
Descendemos la pronunciada rampa cubierta de vegetación y siguiendo
prácticamente el cauce damos con el Pasamanos de la Muerte de 195 metros , repartidos
en 9 tramos. En el inicio del pasamanos reza un cartel de zonas balizadas por
conservación de cavidades. Llegamos hasta los 90 primeros metros, y viendo lo
aéreo y atlético del mismo, decidimos abandonar y plantear la travesía para
otra ocasión, como proponen las guías, en sentido contrario. Observamos en las
cuerdas restos de hierbas arrastradas en las crecidas, lo que da que pensar, ya
que el pasamanos discurre 10 o 15 metros por encima del cauce. Aprovechamos para
hacer fotos en el mismo y de un arco de roca. Yo bajé al río y pude constatar
el alto grado de deterioro del mismo, debido a los residuos que a el van a
parar desde Cobijón, ya que es el alcantarillado del mismo. Es una pena que aún
sigan pasando estas cosas. Salimos de la cueva a eso de las 5 habiendo entrado
sobre las 12 y como nos sobraba tiempo para la merienda cena, nos fuimos a
localizar la entrada de la sima de la luna llena (ED50 30T X:401.495 Y:4.801.490 Z:312), que gracias a algunas
páginas divulgativas, Jose Luís no tuvo problemas en localizar. El camino que
tomamos no es el idóneo para ir cargado con las cuerdas así que habrá que
plantearse otro acceso. Sin otro particular, nos fuimos a cenar unos buenos muletones
y a dar por concluida la visita a esta magnífica zona a la que sin duda
volveremos, resonando en mi cabeza aquella vieja canción de Antonio Molina, soy
minero.
PD.
Para más info visitar la web del Club Cántabro de Exploraciones
Subterráneas donde encontrareis la
topografía de2015 y el BCE 16.
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