Antes
de que la memoria empiece a fallar, cosa cada vez más frecuente, voy a relatar
la visita de este fin de semana a Cueva Mur, cavidad clásica donde las haya que
además de tener su punto de acción, tiene sus pequeños tesoros guardados. Para
algunos de nosotros era la primera visita completa a la cavidad, ya que en
anteriores visitas, o bien no pudimos completarla por falta de material, o se
anuló la salida por causas diversas.
En
esta ocasión el grupo lo formamos, Mar, Nandy, Jose MG Casanova, Jose Moreno y
yo. Parte nos alojamos en los apartamentos Arredondo, a la salida de esta
localidad en dirección al Asón, y que por 10 eur nos permite disponer de un
pequeño apartamento para dos, en nuestro caso. Quedamos con Casanova y Nandy en
Ramales a las 10,30 ya que ellos venían de Unquera, y después de unos cafés nos
encaminamos hacia la boca de Cueva Mur, eso si, jarreando agua. Para llegar al
parking hay que tomar en dirección al puerto de los Tornos por la N 629 y después de unas cuantas
revueltas, como a unos 3 kms. encontraremos una pista que nos lleva a la cueva
de Covalanas, cueva turística con pinturas rupestres, en cuyo parquing
dejaremos el coche. Seguiremos el camino de la cueva turística, y en la segunda
curva a la izquierda, sale una senda muy pisada que subiendo nos lleva a la
gran boca y que desde este punto se encuentra oculta. Las dimensiones de la
boca son espectaculares y no tiene pérdida, al situarse en el farallón del
monte Pando, visible desde la carretera. Será esta circunstancia por las que
nunca tomo las coordenadas gps. La
cavidad la hemos visitado con anterioridad, pero al no estar instalado el
pasamanos de aproximación a la rampa, nos quedamos en el laminados y posterior
balcón, ya que no llevábamos material suficiente para su instalación. Decir que
la cavidad se encuentra reequipada en fijo desde 2014 por parte del Espeleo
Club Cántabro en colaboración de la
FCE a excepción de la rampa de 55 m que nos deja en la base
de la gran sala.
Como
hacia mucho que no la visitábamos, nos confundimos y nos fuimos a las gateras
que hay al fondo de la boca a mano izquierda, así que tuvimos que rectificar y
bajar un poco. La entrada se encuentra a través de una pequeña ventana de metal
sin puerta que se sitúa arriba y a la derecha de la boca, subiendo por una
pequeña canal. Ya cuando nos dirigíamos a ella, otro grupo nos venía pisando
los talones, y no era otro que el de las “desertoras”, María y Sonia. Saludamos
a María y entramos con el fin de no atascarnos, pero ya había otro grupo de 4
personas del GAEM de Madrid, y aunque a priori aquello parecía una
espeleoromería, al final la cosa salió bien y pudimos disfrutar de la cavidad
sin agobios ni atascos. Con el chaval que iba de guía en el grupo del GAEM
curiosamente habíamos coincidido hacía un par de años en la travesía
Cuivo-Mortero, el caso es que este mundillo es un pañuelo.
La
cavidad empieza con un pequeño laminador en la entrada que da acceso a una
rampa cuya instalación nos lleva a remontar a pared contraria para situarnos en
un pasamanos que bordea por arriba una sala y que después de una rampa, también
instalada, nos deja en el paso del cordino, que finalmente nos deja en un
resalte de un par de metros, todo ello instalado en fijo. En la anterior
ocasión y antes del resalte, según bajamos la rampa visitamos las galerías de
la derecha, sin gran interés, ya que carecen de formaciones.
Una
vez subido el resalte, ascendemos en rampa continua dos tramos de cuerda que
nos dejan arriba en una ventana que da acceso al largo laminador dividido en
dos tramos, siendo el segundo más estrecho y bajo que el primero y que nos deja
después de destrepar un metro escaso en el balcón de la gran sala, donde vemos
las cabeceras del pasamanos, ya que para el primer tramo hay instaladas dos
cuerdas. Este se baja con stop para mayor seguridad. Vamos progresando como
pequeñas luciérnagas en la inmensa sala obscura por el pasamanos que es cómodo
hasta una repisa al fondo a la derecha donde se sitúa la cabecera de la rampa.
Allí contactamos con el grupo anterior y al preguntar por Pedrito, nos
comentaron que se habían dividido en tres grupo, uno el que allí estaba, otro
estaba alojado donde nosotros y con destino a Coventosa y el tercero, donde
estaba Pedro, a la Gandara. Instalamos dos cuerdas para
bajar más rápido. Nosotros usamos una de 54 y llego bien hasta una zona de fácil
destrepada. Este será el punto donde terminaremos nuestro recorrido circular,
viniendo por la derecha por unas galerías de techo bajo.
Desde
el fondo de la rampa, nos encontramos en la base de la
Gran Sala y tomamos hacia la derecha
ascendiendo hacia la parte izquierda de una colada y un gran balcón, pegado a
donde nos deja la cuerda. Ascendemos a la sala del Campamento y por la
izquierda revisamos una galería ascendente con gran cantidad de formaciones
fósiles y una estalagmita que tiene una foto. Progresamos por salas grandes de la Cascada y el Caos, donde
paramos junto con los compañeros de GAEM a tomar un refrigerio.
Desde
aquí seguiremos nuestro camino por la Galería de los Meandros,
pasada la cual nos dirigiremos hacia la derecha para encontrar la Sala del Lapicero. Aquí, buscaremos en la
pared izquierda el Paso de los Retales. Como iban por delante los compañeros del otro
grupo, no hubo problema en su localización. Añadir además que hay un gran
catadióptrico sujeto por estalactitas y una flecha de barro que lo indican
con claridad. Este se pasa boca arriba y
con la espalda pegada al suelo, es un paso estrecho pero algunos de nuestros
miembros que tenían dudad por su corpulencia lo pasaron sin problemas. Se sigue
progresando por una especie de meandro estrecho y bajo para salir ya a salas más
amplias y marcadas con la nueva señalización de cavidades ZB de hilo verde
fluorescente, que balizan el tránsito por galerías fósiles donde la marca de
arcilla verdaderamente va dejando su rastro. En un punto de la sala, las
señalizaciones se bifurcan a la izquierda para visitar la galería de los Gours ,
que una vez revisada , retornamos a el camino principal que nos lleva por un
conducto triangular precioso, teniendo como alternativa una gatera infecta a la
izquierda. A partir de este punto uno irá reptando por la galería de los
Guantes hasta llegar a la cabecera de la rampa y recuperar la cuerda instalada.
La vuelta se realiza despacio dado el número de participantes, pero sin llegar
a conectar con el grupo perseguidor. Salimos ya al atardecer con las últimas
luces y hemos empleado 7 horas en hacer la visita. Nos cambiamos bajo una lluvia
insistente que no ha parado en todo el día y ya preparador para irnos,
contactamos con María, quedando para tomar unas cervezas en un bareto de la
plaza de Ramales.
Comentamos
la jugada con los chicos del Espeleo Club Cántabro y quedamos para una futura
visita de ellos al kart del Cañón del Río Lobos para finales de abril. Nos
despedimos de nuestra compañera y vuelta a Bustablado a darnos un homenaje en
el bar de Evaristo, como viene siendo ya
costumbre.
El
domingo, nos quedamos solos Mar y yo, y aprovechamos para localizar las bocas
de la sima del Mostajo y la del Picón, tarea que nos llevo un tiempo y que gracias a
una pérdida, nos compensó con encontrarnos a otro grupo de chavales que
completaban el fin de semana visitando la 415, de la cual nos dieron paradero.
Localizamos
finalmente las 2 bocas, gracias a la colaboración del paisano que vive entre
ellas y aprovechamos la mañana para patear aquella zona de Matienzo que no
conocíamos.
Un
gran fin de semana en inmejorable compañía y preparando ya el petate para la
siguiente salida a Cantabria.
1 comentario:
Super interesante Cueva Mur. Y más ahora que han reconstruido el Lapicero. Tenemos que volver para verlo.
José MG Casanova
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