Este
pasado Viernes Santo, hemos realizado la cuarta visita a la Torquilla de Urrez,
promovida por Txema, que se quedó con ganas en una de las anteriores ocasiónes,
de pasar el obstáculo de la escalera,
así como de visitar el resto de la cueva. Esta cavidad se ha convertido en un clásico ya para nosotros por derecho propio. A tal fin el equipo de espeleos
esta vez lo formamos, Txema, José Luís, Mar y yo. Quedamos en la gasolinera de
San Agustín a las 9 y a eso de las 11,30 llegábamos a Urrez, donde tomamos unos
cafés, compramos pan de pueblo y nos dirigimos raudos a la boca de la sima. A
la 1 pm entraban los últimos y a las 12 pm salía Mar, que se encargó de la
desinstalación. Ni que decir que nos lo tomamos con toda la calma que hizo
falta. Ya he comentado en otros post que la cavidad tiene todas las características
de una cavidad Cantabra, pero en un tamaño algo menor. La aproximación desde
Urrez se realiza por una pista que sale desde la Iglesia y el pilón y
siempre llevando la derecha, nos lleva hacia unos cerros y el bosque. Como a
1,5 kms. veremos un desvío claro a la izquierda que asciende y no tiene pérdida
ya que es el único que hay de forma visible. En este punto se sigue encontrando
un muñeco de madera a modo de pastor sentado en una piedra. Tomamos el desvío y
llegando a unas cabañas derruidas, a mano derecha encontramos la boca de la
sima, tapada por una reja de metro ochenta por ochenta aprox. que tapa la boca
para evitar caídas involuntarias, ya que la sima se abre sobre una superficie
que prácticamente es plana (x 466.180 y 4.678.110 z 1.222 Libro Grandes
Cavidades Burgalesas de Kaite Grupo Edelweis 92). Dejamos el coche a escasos
metros de la boca y nos cambiamos. En este sitio, da igual la época del año que
vengas, siempre hay viento, que te hace penoso el proceso de vestirse y peor
aun el de desvestirse. Una vez cambiados comienzo con la instalación del primer
p19, que baja unos 4 ó 5
metros y fracciona sobre una repisa con pasamanos
instalado. De este fraccionamiento se baja en volado el resto del pozo.
Una
vez todos abajo, pasamos por la ventana con formaciones, que está situada si
miramos al frente, a la izquierda. No tiene pérdida ya que no hay otra
progresión desde esta sala.
Bajamos
una pronunciada rampa de unos 4
metros por una cuerda con nudos, para continuar por un
pasamanos de cable de acero que nos situarán en el fondo de la sala. Desde allí,
ascenderemos suavemente por un pequeño pasillo y casi de inmediato a mano
izquierda tendremos que tomar un desvío a través de un meandro estrecho y
desfondado cuya entrada es una pirueta a caballo en una formación indefinida.
Pasado este primer obstáculo, donde Txema ya tuvo que emplearse a fondo, ya que
debido a su corpulencia le costó lo suyo, avanzamos para girar a izquierdas al
poco y seguir por el meandro sudando la gota gorda. Decir que no tiene más allá
de 6 o 7 metros ,
pero son un poco cabrones. De la sartén al cazo. Este meandro se desfonda en
una salida al vacío de unos 4
metros a derechas en un ángulo de noventa grados, por la
que tienes que salir como un contorsionista. Aquí hay instalada una cuerda y
una escalera de cadena para facilitar el descenso. Bajamos al meandro ya más
amplio, y aquí nuestro compañero Txema bate su record, pudiendo pasar el
obstáculo con otro esfuerzo adicional. Avanzamos por un derrumbe que transforma
el meandro en un conjunto de gateras para a unos 15 o 20 metros y donde
aparecen dos estalagmitas muy manchadas de usarlas para subir, descendemos por
una gatera descendente aún más estrecha, que nos dará paso poco a poco hacia a la Sala del Murciélago. En esta
gatera también pasamos nuestras penalidades, unos más que otros. Lo primero que
se ve ya abajo es un poco de agua y siguiendo el curso, la sala se va
agrandando. Ascendiendo unos bloques empezamos a oír el río a nuestra izquierda
y en pocos pasos nos encontramos en el alto de la sala de unas proporciones
insospechadas para lo que traíamos. Bajamos por la derecha pegados a la pared
una buena rampa y tomamos nuevamente por la derecha, dejando el río para otra
ocasión, para continuar bajando otra rampa que tendremos que remontar un poco a
la izquierda (La cavidad tiene un -110 m .). Quitando el desvío del río el resto
de la cavidad no tiene pérdida ya que no tiene ramificaciones evidentes.
Continuamos ascendiendo por otra gran sala hasta llegar a su final, y por la
izquierda se abre una ventana donde hay colocada una cinta y una cuerda de
nudos por la que se destrepan unos metros para acceder a la cabecera del
segundo p18. El compañero Ionel, nos comentó que había una gatera descendente
que daba a un destrepe por el cual se podía bajar sin usar material. Yo bajé
por la gatera, pero no llegué a pasar ya que había que quitarse el equipo y
valorando el tema por el volumen del compañero Txema, optamos por instalar el
pozo. Luego vimos que la gatera daba a un balcón por el que se podía bajar por
un lateral con unos pasos algo expuestos. Instalo José Luís como ya digo el
pozo, que tiene un fraccionamiento volado como a unos 6 metros y que te deja en
el fondo de un cono por el que tienes que subir por una cuerda de nudos ya
instalada. Los siguientes pendulamos y nos evitamos bajar completo el pozo.
Desde este punto se progresa ya por el cauce del río aunque aún no se le ve, ya
que va sumergido por los derrumbes. Tras pasar por una ventana de formaciones,
donde hay catadióptricos para ser localizada a la vuelta, ya que esta a la
derecha arriba del curso evidente, bajamos destrepando hasta el lecho y
avanzando encontramos ya el agua que nos ira llevando hacia la sala de la Cruz , pequeña playa ideal
para montar el descanso. Continuamos primero para visitar la última sala donde
se encuentra el termómetro, y donde el
compañero Txema es inmortalizado por su hazaña, ya que ciertamente ha supuesto
un reto. Vemos poco antes del termómetro una cuerda descendente por la que bajamos a explorar un
poco. Yo me doy la vuelta enseguida al ver las paredes muy inestables y luego
baja José Luís que progresa un poco más accediendo a una sala y viendo
continuación, que dejamos para próximas visitas. Retornamos a la sala de la
playa, circundada por un pequeño río, donde tomamos algo de comer y beber y
descansamos un poco. Unas cuantas fotos y vuelta, que queda lo más duro ya que
estamos algo cansados. Efectivamente, la vuelta se hace un poco lenta y penosa
por los pasos estrechos y en la subida al meandro desfondado, tenemos un
pequeño contratiempo con Txema, al quedarse encajado con una rodilla, y que
después de un forcejeo en el que hubo incluso que quitarle las botas, y el
compañero José Luís, sujetarte desde abajo para que no se encajara más, consiguió
sacar la rodilla y poder seguir. Superado este paso y el siguiente, que también
llevó lo suyo, ya por fin conseguimos ir saliendo sin más contratiempos.
Consultado el reloj, nos ha llevado la cavidad 11 horas. Desinstalo Mar, que fue
la última en salir y a la que casi no dejamos cambiarse, ya que hacia un frió
de cojones, y recogido todo el material, nos fuimos pitando. Paramos en Ibeas
de Juarros en el único bareto que de milagro estaba abierto a esas horas y
tomamos un refresco y reemprendemos ruta para casa. Un jornada de las
auténticas. Una sensación cojonuda de
haber aprovechado totalmente el día disfrutando de compañerismo y amistad con
los compañeros a los que les agradezco ese compartir y una experiencia que deja
en mi huella.