viernes, 28 de septiembre de 2012

Cueva de las Majadillas

Este pasado domingo 23 de septiembre nos hemos juntado la familia y un par de amigos, para hacer una visita recreativa y de iniciación a la cueva de las Majadillas, en Sacecorbo, Guadalajara, y se llega a ella siguiendo la carretera que atraviesa Sacecorbo en dirección a Ocentejo - Siguenza (GU-929) . Como a 1,2 Km sale una carretera a mano izquierda en dirección a Canales (GU-930) y al poco de pasarla (50m) sale una pista de tierra a la derecha. Tomaremos esta pista que nos llevará directamente a la boca, pasando por un pequeño prado o tierra de labor a la izq. La cueva se divisa en el suelo porque tiene una verja de hierro formando una cúpula para proteger de caídas al ganado. Esta cueva para nosotros es el sustituto del Reguerillo o la Galiana, que desgraciadamente ya no son accesibles. Me imagino que con el tiempo también tendrán que limitar su acceso. El equipo lo formamos Rebe, nuestra hija, Ana y Santiago, compañeros míos y Mar. A las 8,30 salimos en dirección a Guadalajara. Para ellos era la primera vez que bajaban un pozo y entraban en alguna que otra gatera angosta por lo que los nervios estaban ahí cosquilleando los semblantes. Empezamos a equiparnos e instalar la cuerda cuando se nos acercan los compañeros Moreno, Cache y Pascual, que se habían quedado a dormir la noche anterior después de la visita que hicimos con ellos a la Juan Herranz II. Estuvieron viendo el lugar para volver con la familia a otra actividad similar. Después de un curso acelerado de progresión y descenso de solo cuerda, empieza a bajar Mar, a la que le sigue asegurados Santi, Ana, Rebe y finalmente yo.  Como se puede uno imaginar, los más veteranos nos estuvimos riendo sin compasión de los novatos, ya que la primera fue no llevar topo y perdernos en el cruce dirigiéndonos hacia las galerías secas con el consiguiente nerviosismo del personal. Repetimos experimento poco antes de llegar al paso del chumino desviándonos a la izq. En fin, un auténtico divertimento. El personal se lo paso genial y Santi no pasó el paso del chumino con lo que tuvimos que dar la vuelta. Unos pocos de nervios para la subida, pero todos respondieron como jabatos y sin el menor contratiempo. Dimos cuenta de la comida como es tradicional en nosotros debajo de la gran encina al pie del pozo pero como hacia una tarde ventosa y fresca nos marchamos rápido. A la vuelta nos tomamos un cafelito en Sacecorbo comentando la jugada y cerramos, como los toreros una tarde redonda.

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