En esta ocasión, teníamos intención de llevar a Gonzalo y Rosa, espeleos que nos han enseñado las cavidades de Galicia este pasado agosto, a una de las redes más importantes de Cantabria, la red del Gándara, que hemos visitado en numerosas ocasiones ya que se muestra como una de las más accesibles e idóneas para cuando el tiempo no acompaña por venir con agua. Sus galerías principales son tan grandes que ni su potente sistema hídrico es capaz de llenarlas, al menos en todas las visitas que hemos realizado hasta la fecha. Al final no fue posible que viniesen y el grupo quedo algo mermado. También nos iba a acompañar nuestro compañero More desde Madrid, que finalmente tampoco pudo, por motivos de salud de la familia.
Total, para la ocasión nos juntamos María, Julio y Nano, desde Cantabria, y Mar y yo desde Madrid. Teníamos la intención de llegar a la sala de los Cristales, más allá de la segunda Cascada y la sala del Gran Pozo. Por esta vez y sin que sirva de precedente, quedamos a las 9 en el bar restaurante Coventosa, donde nos alojamos Mar y yo. A la llegada el viernes por la noche reconocí a algunos espeleos que debían de estar en las Casucas del Asón de Margari.
Empezamos la mañana del sábado 2 de octubre tomando café y una barrita con tomate (vamos mejorando en los desayunos) y una vez que llegan nuestros compañeros cántabros, sin
enrollarnos mucho, después de los saludos de rigor (como aquel que dice nos acabábamos de ver en la tradicional marcha por Picos de Europa, que este año fue en la zona de Vega de Arios), nos vamos para los altos del Asón y en poco nos encontramos ya en
el parking cambiándonos. Entramos por la boca artificial (Datum E50 30T 0452465
4782348 alt: 707) a eso de las 11,15 de la mañana, todo un récord para
nosotros. Vamos progresando tranquilamente, pasamanos del pozo del Oso, Delator,
pozo de las Hadas, sala del Ángel, y sin parar mucho, seguimos por la gatera a la
grande galerie de Cruzille, avanzando penosamente hasta que se va reduciendo en
dimensiones y damos con el paso entre bloque arriba a la derecha del derrumbe,
marcado con un catadióptrico. Destrepamos esta caótica zona y progresamos por
un cauce seco hasta el vivac 1 de los franceses, ya limpio de todo el mar de
plásticos y suciedad que había ido acumulando con el tiempo. Aquí hacemos un
pequeño descanso y comemos algo para recuperar fuerzas y sin mucha pérdida de
tiempo continuamos por la galería hasta encontrar al fondo a la izquierda una cuerda ascendente que nos permite superar
el E5 (o P5 dependiendo de donde vengas) y que nos coloca en uno de los
meandros más bonitos que he visto, con suelo de arena y concrecionado con
virutas de yeso por doquier. El avance por el es de lo más cómodo y vamos
viendo los algodones y pelos de yeso que interaccionan con el viento. Nos
cuenta Julio que de ahí vino el nombre de la galería de los Anestesistas, que
estaba cubierta de este “algodón” que según las corrientes cambiaba su
ubicación. Seguimos más o menos cómodamente y pasamos por el cruce donde se
incorporan los que vienen de la travesía de Calígrafos, hasta llegar a una
bifurcación, que tomamos a la izquierda y un poco más adelante, el caminos se
separa nuevamente, si continuas por la izquierda vas a salir al gran pozo y
puedes acceder a una cuerda que esta recogida un poco más arriba. Si sigues
hacia la derecha, asciendes hasta encontrar una cuerda quitamiedos que ayuda en
un paso delicado sobre un meandro desfondado y profundo y que te deja en el
pozo de la cascada que es espectacular. Yo calculo que pasa de los
Con las pilas recargadas atacamos la rampa de ascenso de la sala del Angel y el pozo de las Hadas y sin darnos cuenta ya estábamos fuera, sobre las 24,15. Bajamos hacia los coches con un fuerte viento sur cálido y algo de agua y cuando terminamos de cambiarnos, el aguacero arreció, al igual que el viento. Bajamos a ver si estaba algo abierto llegando a donde Margari a eso de la 1 am. Como todo estaba ya en silencio, nos despedimos como pudimos por el agua y cada mochuelo a su olivo. Esa noche el viento hizo de las suyas, pero nosotros con la paliza ni nos enteramos.
Gran jornada cuevera con nuestros inseparables amigos, que nos resarció, al igual que la campaña de Picos, de tantos meses de no vernos y compartir nuestras batallas. Salud y Cuevas.
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