Este
pasado 24 de julio del año del Covid-19, y con todas las cautelas que se puedan
tener en relación a esta fatídica plaga contemporánea, que nos ha dejado sin
nuestros mayores y perplejos ante la fragilidad del ser humano, nos hemos
atrevido aún con cierta incomodidad , a salir de las madrigueras, para volver a la
nueva normalidad. Al principio la palabreja me sonaba un poco a cachondeo, pero
ahora entiendo perfectamente a que se referían.
Esta
cueva cañón estaba maldita, por la negativa experiencia vivida en ella hace 3
años, donde por culpa del agua tuvimos un percance que pudo ser muy serio, ya
que si bien el tiempo en papel en aquella ocasión no daba grandes lluvias, la
noche anterior cayo una tormenta de órdago y al día siguiente siguió
lloviznando, lo que hizo que la cueva llevara más caudal del aconsejable.
En
esta ocasión y también con un tiempo sobre el papel sin lluvias, quedamos en
Unquera para reunirnos, por un lado con Nandy y JM G Casanova, que estaban allí
pasando unos días, Mar y yo, que llegamos de Madrid el día anterior y
pernoctamos en el Hotel Canal, y el resto del equipo cantabro, , María, Julio y
Nano, que venían directos desde Santander. Allí se presentó el equipo cántabro
motorizado con un nuevo vehículo propiedad de María, que fue objeto de admiraciones y chanzas.
Tomamos
café a orillas del Deva disfrutando de la mañana y después de comentar la
jugada, nos dirigimos hacia Llanes. Nos desviamos en la salida 291 de la A 8 para tomar un tramo de la N-634 para coger la LLN-5 en dirección al pueblo
de Purón, llegando al primer barrio, el Candal, que atravesaremos por la
izquierda sin entrar en el pueblo hasta llegar a un rancho. Aquí nos desviamos
a la derecha para un poco mas allá desviarnos a la izquierda por una pista
hormigonada. En esta ocasión nos llevó un paisano hasta el desvío. Subimos unos
rampones hasta encontrar una cuadra y ahí dejamos el coche nuevo de María y
continuamos con los otros dos, que son 4x4 y que nos permitieron llegar hasta
el alto del todo. Dejamos los coches en el alto al lado de la portilla del paso de ganada y bajamos por un camino que va hacia el río y a una pequeña arboleda a la
derecha. Seguimos el agua con gran satisfacción al comprobar que su caudal era mínimo, lo que auguraba que no habría sustos. Llegamos a la boca Datum ETRS89
360531 4804055 y tomamos la vía de la derecha por donde se sume el agua y es más estrecha, dejando una
oquedad grande a la izquierda. Al entrar ya nos avisa que el agua en este paso
toma fuerza y nivel al encontrar en el techo ramas empotradas. Este primer paso
se debe sifonar con facilidad ya que es un paso bajo. Vamos progresando agachados y
viendo las huellas de la última crecida, pero con un cauce mínimo, lo que nos
va animando por momentos. El interior de la cavidad es una preciosidad, ya que
discurre por una roca metamórfica negra con veta blanca completamente pulida y
brillante asemejando a un mármol. La
cavidad va discurriendo por el cauce activo del río creando badinas y giros,
desplomándose en pequeñas cascadas. Una pasada. Avanzamos sin problemas incluso
en aquellos pasos que por estrechos, la ultima vez nos costó por la fuerza del
agua, hasta llegar a un giro brusco de tornillo del conducto donde hay una cuerda nueva y
en perfecto estado (p7), que esta vez si, nos deja en el fondo de la poza con facilidad y
además podemos ver con completa claridad el agujero de la marmita perforada por donde se sumió Lucy la
anterior vez, ya que esta a la vista. Llegamos a la salita donde nos dimos la
vuelta la vez anterior y continuamos por dos marmitas trampa sorteándolas por
arriba (casi todos … cuidado con la marmita …. Chop …. María joder ….). José
tuvo que ayudarla a salir. Vamos avanzando hasta llegar a la cabecera del p13
que en esta ocasión tampoco asusta nada ya que ni hay ruido ni hay vapor de
agua y el rapel se puede hacer con comodidad. Si es cierto que la salida de la
poza se puede complicar con agua, pero al mirar para arriba vemos que hay un
pasamanos que continua desde la cabecera para bajar fuera de la poza en caso de
crecida.
En
esta zona es especialmente bonita la travesía, que va dando giros y destrepes hasta
llegar a una especia de playita donde nos hacemos la foto y nos dirigimos a
encarar la ultima rampa en la que instalamos una cuerda de 50 en doble llegando
justa. La rampa como a la mitad tiene un pequeño pasamanos de reunión por si no
quieres llevar cuerdas tan largas.
Ya
desde abajo se ve el “catadióptrico” de señalización, que no es otra cosa que
la luz exterior en formato de agujerito. Vamos saliendo por la amplia boca y
echamos un vistazo al exterior para ver si seguimos bajando el cañón, pero al
verlo tan cerrado y sobre todo no tener garantías de que se pueda salir por la
mitad debido a la espesura y a lo abrupto del terreno, nos escapamos por la izquierda subiendo una pequeña
pedrera por el camino marcado. Hemos utilizado 2 horas a la boca de salida,
siendo 7 personas. La inclinación es imponente y nos vamos agarrando a la
hierba. El camino gira a la izquierda para pasar por encima de la boca de la
cueva, en un tramo complicado con agua ya que tiene pasos expuesto y mortales.
Hay un par de tramos con una cuerda a modo de quitamiedos que da más miedo que
quita. Una vez sobrepasada la boca el camino tiende al collado. Aun quedará
otro tramo complicado para finalmente a través de los helechos llegar al
colladín por donde circula la pista y que nos permite ver los coches un poco
más adelante. Aquí se nos queda Casanova a esperarnos ya que la subida te
castiga por lo pinada y por el neopreno. Llegamos a los coches una hora más
tarde con satisfacción de haber vencido y pensando de no volver por el maldito
camino. Nos cambiamos, recogemos a JM y nos encontramos con una tropa de niños
y mayores que vienen de ver la boca de entrada y quieren ir a ver la de salida,
de lo que les disuadimos inmediatamente por lo peligroso del tema y nos vamos a
por el coche de María. Allí Nandy y JM nos proponen como alternativa al bocata
irnos a comer al Roxin en el Mazuco. Llegamos a eso de las 4 y pico sin muchas
esperanzas, pero allí estaban dispuestos a darnos de comer. 4,5 kgs. del mejor
chuletón que he comido. Desde aquí y para bajar el chuletón, nos fuimos a ver la cueva de Caldueñin, un magnífico entorno muy parecido en pequeño a la cueva de la Cubilla de Castro Urdiales. Un cafelito por la zona y cada uno para su nido,
quedando nosotros con Nandy y JM para visitar al día siguiente la cueva Güelga.
Estupendo
día que nos ha permitido quitarnos una espinita y conocer una de las mejores
carnes de la zona. Un placer como siempre el haber compartido con los
compañeros esta experiencia y su recompensa, agradeciéndoles como siempre por su compartir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario