viernes, 31 de julio de 2020

El Cuevon de Pruneda (II)


Este pasado 24 de julio del año del Covid-19, y con todas las cautelas que se puedan tener en relación a esta fatídica plaga contemporánea, que nos ha dejado sin nuestros mayores y perplejos ante la fragilidad del ser humano, nos hemos atrevido aún con cierta incomodidad , a salir de las madrigueras, para volver a la nueva normalidad. Al principio la palabreja me sonaba un poco a cachondeo, pero ahora entiendo perfectamente a que se referían.

Esta cueva cañón estaba maldita, por la negativa experiencia vivida en ella hace 3 años, donde por culpa del agua tuvimos un percance que pudo ser muy serio, ya que si bien el tiempo en papel en aquella ocasión no daba grandes lluvias, la noche anterior cayo una tormenta de órdago y al día siguiente siguió lloviznando, lo que hizo que la cueva llevara más caudal del aconsejable.

En esta ocasión y también con un tiempo sobre el papel sin lluvias, quedamos en Unquera para reunirnos, por un lado con Nandy y JM G Casanova, que estaban allí pasando unos días, Mar y yo, que llegamos de Madrid el día anterior y pernoctamos en el Hotel Canal, y el resto del equipo cantabro, , María, Julio y Nano, que venían directos desde Santander. Allí se presentó el equipo cántabro motorizado con un nuevo vehículo propiedad de María, que fue objeto de admiraciones y chanzas.

Tomamos café a orillas del Deva disfrutando de la mañana y después de comentar la jugada, nos dirigimos hacia Llanes. Nos desviamos en la salida 291 de la A8 para tomar un tramo de la N-634 para coger la LLN-5 en dirección al pueblo de Purón, llegando al primer barrio, el Candal, que atravesaremos por la izquierda sin entrar en el pueblo hasta llegar a un rancho. Aquí nos desviamos a la derecha para un poco mas allá desviarnos a la izquierda por una pista hormigonada. En esta ocasión nos llevó un paisano hasta el desvío. Subimos unos rampones hasta encontrar una cuadra y ahí dejamos el coche nuevo de María y continuamos con los otros dos, que son 4x4 y que nos permitieron llegar hasta el alto del todo. Dejamos los coches en el alto al lado de la portilla del paso de ganada y bajamos por un camino que va hacia el río y a una pequeña arboleda a la derecha. Seguimos el agua con gran satisfacción al comprobar que su caudal era mínimo, lo que auguraba que no habría sustos. Llegamos a la boca Datum ETRS89 360531 4804055 y tomamos la vía de la derecha por donde se sume el agua y es más estrecha, dejando una oquedad grande a la izquierda. Al entrar ya nos avisa que el agua en este paso toma fuerza y nivel al encontrar en el techo ramas empotradas. Este primer paso se debe sifonar con facilidad ya que es un paso bajo. Vamos progresando agachados y viendo las huellas de la última crecida, pero con un cauce mínimo, lo que nos va animando por momentos. El interior de la cavidad es una preciosidad, ya que discurre por una roca metamórfica negra con veta blanca completamente pulida y brillante asemejando a un mármol.  La cavidad va discurriendo por el cauce activo del río creando badinas y giros, desplomándose en pequeñas cascadas. Una pasada. Avanzamos sin problemas incluso en aquellos pasos que por estrechos, la ultima vez nos costó por la fuerza del agua, hasta llegar a un giro brusco de tornillo del conducto donde hay una cuerda nueva y en perfecto estado (p7), que esta vez si, nos deja en el fondo de la poza con facilidad y además podemos ver con completa claridad el agujero de la marmita perforada por donde se sumió Lucy la anterior vez, ya que esta a la vista. Llegamos a la salita donde nos dimos la vuelta la vez anterior y continuamos por dos marmitas trampa sorteándolas por arriba (casi todos … cuidado con la marmita …. Chop …. María joder ….). José tuvo que ayudarla a salir. Vamos avanzando hasta llegar a la cabecera del p13 que en esta ocasión tampoco asusta nada ya que ni hay ruido ni hay vapor de agua y el rapel se puede hacer con comodidad. Si es cierto que la salida de la poza se puede complicar con agua, pero al mirar para arriba vemos que hay un pasamanos que continua desde la cabecera para bajar fuera de la poza en caso de crecida.

En esta zona es especialmente bonita la travesía, que va dando giros y destrepes hasta llegar a una especia de playita donde nos hacemos la foto y nos dirigimos a encarar la ultima rampa en la que instalamos una cuerda de 50 en doble llegando justa. La rampa como a la mitad tiene un pequeño pasamanos de reunión por si no quieres llevar cuerdas tan largas.

Ya desde abajo se ve el “catadióptrico” de señalización, que no es otra cosa que la luz exterior en formato de agujerito. Vamos saliendo por la amplia boca y echamos un vistazo al exterior para ver si seguimos bajando el cañón, pero al verlo tan cerrado y sobre todo no tener garantías de que se pueda salir por la mitad debido a la espesura y a lo abrupto del terreno, nos escapamos por la izquierda subiendo una pequeña pedrera por el camino marcado. Hemos utilizado 2 horas a la boca de salida, siendo 7 personas. La inclinación es imponente y nos vamos agarrando a la hierba. El camino gira a la izquierda para pasar por encima de la boca de la cueva, en un tramo complicado con agua ya que tiene pasos expuesto y mortales. Hay un par de tramos con una cuerda a modo de quitamiedos que da más miedo que quita. Una vez sobrepasada la boca el camino tiende al collado. Aun quedará otro tramo complicado para finalmente a través de los helechos llegar al colladín por donde circula la pista y que nos permite ver los coches un poco más adelante. Aquí se nos queda Casanova a esperarnos ya que la subida te castiga por lo pinada y por el neopreno. Llegamos a los coches una hora más tarde con satisfacción de haber vencido y pensando de no volver por el maldito camino. Nos cambiamos, recogemos a JM y nos encontramos con una tropa de niños y mayores que vienen de ver la boca de entrada y quieren ir a ver la de salida, de lo que les disuadimos inmediatamente por lo peligroso del tema y nos vamos a por el coche de María. Allí Nandy y JM nos proponen como alternativa al bocata irnos a comer al Roxin en el Mazuco. Llegamos a eso de las 4 y pico sin muchas esperanzas, pero allí estaban dispuestos a darnos de comer. 4,5 kgs. del mejor chuletón que he comido. Desde aquí y para bajar el chuletón, nos fuimos a ver la cueva de Caldueñin, un magnífico entorno muy parecido en pequeño a la cueva de la Cubilla de Castro Urdiales. Un cafelito por la zona y cada uno para su nido, quedando nosotros con Nandy y JM para visitar al día siguiente la cueva Güelga.

Estupendo día que nos ha permitido quitarnos una espinita y conocer una de las mejores carnes de la zona. Un placer como siempre el haber compartido con los compañeros esta experiencia y su recompensa, agradeciéndoles como siempre por su compartir.


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